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22 de septiembre de 2011

Los Pumas jugaron al pool


Los Pumas, en el pool
ProFocus / Sánchez ChecaGran desafío: Carizza-Camacho vs. Creevy-Senatore
WELLINGTON -- El desafío se gestó en la entrada del Amora, hotel en el cual lo Pumas están haciendo base en Wellington. Lo pactado de antemano era un partido de pool entre el segunda línea Manuel Carizza y el wing Gonzalo Camacho. Pero todo se desmadró cuando, pícaro, Agustín Creevy, con Leonardo Senatore a su lado, comentó socarronamente: "ahí se van los dos peorcitos". ¡Zas! Miradas fulminantes de por medio y, en cuestión de segundos, los cuatro ya estaban caminando hacia un pool ubicado en Courtney Street, la calle más movidita de la ventosa capital neocelandesa.

¿Las parejas? Cantadas. Carizza-Camacho contra Creevy-Senatore. "Qué bien que es televisado, así queda claro quiénes son los mejores", primereó el hooker, mientras la cámara de ESPN se preparaba para registrar un partido en el que el orgullo estaba en juego. "Hay que llevarla y traerla. Y la blanca nunca al agujero (buchaca); no nos confiemos", tiró Leo, bajándole los humos triunfalistas a su compañero.


El que rompió fue Carizza. Ralladas para ellos y lisas para sus rivales. ¿El nivel de Los Pumas? Mejor, que se dediquen al rugby. "Estamos parejos, eh. Los cuatro somos muy malos", bromeó Manucho. "Callate que nos toca a nosotros. Ubiquémoslas, Leo, sepamos jugar", retrucó Agustín, poniéndose la pilcha del director técnico de la dupla.



Gonzalo Camacho
ProFocus / Sánchez ChecaEl wing Gonzalo Camacho, concentradísimo
Tiro va, tiro viene, la definición del primer partido terminó siendo emotiva. Porque con cuatro bolas lisas en la mesa contra sólo la negra de sus rivales, la pareja Creevy-Senatore, a puro corazón, a pura garra, como dijo el rosarino, emparejó la historia y se puso a tiro. "Me estoy emocionando", avisó Creevy.


El final llegó de la mano de Manucho Carizza y su "Gonza, ¿puedo romper todo?". Y rompió. Fortísimo tiro para que la bola blanca se incruste en la buchaca del medio. Festejos y cargadas rivales.


"¿Hay revancha?", se escuchó. Y hubo. Lisas para Carizza-Camacho y ralladas para Creevy-Senatore. ¿Mejoró el nivel? No demasiado, aunque el hooker, una máquina de tirar chistes, intentó explicar la situación. "El tema es fácil. Cuando yo le pego, mis bolas siempre quedan cerca de entrar. En resumen, tengo el tiro y ellos no." "Pero si estás errando las fáciles, ¿de qué me hablás?", le contestó Manucho. "Sí, pero al tiro lo tengo igual, ja", remató el platenses.



Agustín Creevy y Leo Senatore
ProFocus / Sánchez ChecaLos ganadores: Agustín Creevy y Leo Senatore
¿Cómo fue la definición de la revancha? Palo y palo. Para el infarto. Cuadro de situación: a los dos equipos sólo les faltaba embocar la negra en su respectiva buchaca. Tiro va, tiro viene. ¿Y? ¿¿Y?? La negra, caprichosa, quedó clavadita y a punto de entrar en una buchaca que no era la de ninguno de ellos. Ante este panorama, los cuatro se conformaron con "rozar" la negra. "Si no la tocás, perdés", le avisaba Leo a sus rivales. Y Camacho lo terminó perdiendo. Pero no por no tocar la bola, sino porque, cansado del jueguito de nunca acabar, apuntó y se despachó con un tiro fulminante que, lógico, empujó la negra a deambular por las entrañas de la mesa.


Las gastadas, las bromas y las excusas fueron la música de moda en la caminata de vuelta al hotel. Pero una vez en el lobby, los cuatro se volvieron a concentrar en lo importante, en el partido de sus vidas, en Escocia. Porque ahí no hay excusas ni bromas que valgan. Ahí saben que tienen que ganar o ganar.
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