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26 de septiembre de 2011

La hinchada Argentina en la victoria de los Pumas

desde Nueva Zelandia  El Turco Juan Carlos Elias

Los Pumas obtuvieron uno de los triunfos más significativos de los últimos cuatro años. Fuera de la cancha, el público argentino prevaleció como la semana pasada ante Rumania. En esta oportunidad, ante la nulidad escocesa.
En el Westpac Stadium de Wellington, Los Pumas contaron con 4000 argentinos más que se hicieron sentir en un estadio que multiplicaba por diez ese número en capacidad.
Es cierto que las sillas vacías se destacaban en uno de los escenarios más grandes de este Mundial, pero también es certero hablar del público argentino como el más grande de todos. Los de celeste y blanco en las tribunas fueron mucho más que sus pares escoceses. Los de azul y blanco estuvieron a la altura de su equipo para disfrazarse. Sin embargo, a la hora de alentar, solamente se sintieron durante los penales que patearon Felipe Contepomi y Rodríguez Gurruchaga.
Justamente, cuando Contepomi igualó el score y puso a Los Pumas 6-6, los argentinos lo sostuvieron en su preparación, coreando “Felipe, Felipe”.
La batalla del público había comenzado el sábado por la noche neozelandesa en el centro de Wellington. En el bar irlandés Murphy’s, una vez terminada la transmisión del encuentro entre los All Blacks y Francia, ya comenzaron a intercambiarse cánticos.
El público argentino prevaleció en un estadio cubierto con el 60 % de sus asientos. Estalló con el try de Lucas González, explotó aún más con la conversión de Contepomi, después. Al final, cuando Escocia asediaba con sus forwards, dentro del Westpac Stadium sólo se escuchaba “Pumas, Pumas, Pumas”.
Los jugadores emocionaron ganando un partido tan vibrante como se esperaba; y el público, otra vez en perfecta sintonía, los acompañó hasta el pitazo final del inglés Wayne Barnes.
Una vez finalizado el partido, los jugadores se abrazaron y hablaron. El público siguió cantando. Y después sí, más distendidos, Los Pumas imitaron una vuelta olímpica, como ante Rumania, para agradecer ese aliento incansable.